Hogar Sentía una brisa cálida que ingresaba por la ventana, la garganta se sentía seca y probablemente no eran más que las cinco de la mañana, aún faltaban unas horas para levantarnos, me giré con los ojos cerrados sin tocar nada al lado de mi cama. Volví a dormirme. Pero me desperté de golpe, siendo arrastrado por el brazo y tropezando con todo en mi camino -agarre un pantalón que colgaba de la puerta-, no supe hasta más tarde que fue mi esposa la que me sacó de la casa. No podía ver nada más que negrura y una espesa capa de algo agrio me llenaba los pulmones de Hollín. Fue asqueroso, pero el toser me lastimaba la garganta, me cubrí con la toalla húmeda que deje en la silla, cortesía de la ducha nocturna. Mi esposa me arrastró por la habitación, y el living comedor, hasta la salida de emergencia, donde nos topamos con varios vecinos y logramos salir del edificio. No pude abrir los ojos en ningún momento. Lo primero que hice fue flexionar las rodillas y respirar con dificultad, más
No puedo recordarte. No puedo entender porque me enviaste esto, la verdad no logro recordar quien sos. Carla, no sé quien eres o que quieres de mi. Pero tu... oh, ya sé. No recuerdo tu voz, si quiera algún tema de conversación que teníamos en común o que alguna vez me moleste en escuchar, porque sinceramente no me acuerdo el sonido que hacia tu risa. Si me preguntarás, diría que era una bella melodía en el viento, pero era por sobre todas las cosas, molesta. Tu risa era desagradable, era estruendosa y llamaba mucho la atención, eventualmente era algo que amaba de tu ser, el sonido mas puro de tu alegría interior; pero era muy molesto para mi. ¿Cómo podría fingir que no me daba vergüenza que todos nos miren por que te reías tan fuerte? Lo siento, mucho. Cada día que pasamos juntos, deseaba que te detuvieras, que dejarás de hacer esas preguntas incoherentes que parecían tan divertidas para vos, esos temas de conversación superficiales y aburridos, tus modismos, tus gestos, la forma tan