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Poesía. Cueva.

Imagina un lugar tan oscuro, donde el alma se pierde,
tus sentimientos vagan, en sombras que el silencio teje.
Pensamientos que revolotean en una inmensidad desierta,
junto al esqueleto de un amor que ya no se acerca.

Su cabeza roza tus labios, un toque de misterio,
descansa vertical, atrapado en un oscuro sueño.
En un pasadizo de piedra, donde el tiempo se detiene,
en un país olvidado, donde el dolor es permanente.

Ya no tiene mejillas, solo sombras de un sueño,
pues el hambre del abandono es un dolor pequeño.
Te impulsó a morder las pieles, promesas desgastadas,
y la humedad sangrante mancha tu ropa, de caminatas pasadas.

Bebes como un jinete sediento, buscando su esencia,
esperando que te encuentre quien ni tiene presencia.
Das un vistazo final al anillo de un destino truncado,
y te duermes en la sombra, con tu corazón desolado.

Escuchas el goteo cercano, un lamento en la noche,
rezando no despertar y ver en su mirada el vacío sanguíneo.
Así, en la oscuridad, seguiré perdiéndote,
con el eco de su amor, un lamento que duele y tiembla.

Porque en cada lágrima, hay recuerdos que sangran,
y el silencio es un eterno susurro que amargan.
En esta caverna angosta, donde el amor se desvanece,
te encuentro en la penumbra, ya somos transparentes.



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