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Relato. Entre Reflejos Oscuros

 

Entre Reflejos Oscuros

En el oscuro rincón mas profundo de una antigua tienda de antigüedades, un espejo olvidado escondía un secreto siniestro. En este mundo reflejado, habitaba una figura pálida y demacrada: El Reflejado. Nadie conocía su verdadero nombre; solo sus ojos vacíos y su silueta distorsionada que se movía con una lentitud inquietante. El espejo, una puerta a un reino sombrío, se volvía activo solo durante la medianoche. Aquellos que se aventuraban a mirar fijamente descubrían el tormento en el que vivía El Reflejado. Era prisionero de su propio reflejo, condenado a repetir las acciones de aquellos que se atrevían a observar.


Una noche, Ana, una joven curiosa con un interés morboso por lo oculto, adquirió el espejo en una subasta, fue increíblemente barato. A medida que se adentraba en su nuevo hogar, notó un frío escalofriante que provenía de la habitación donde descansaba el espejo. La curiosidad superó su miedo, y Ana decidió mirarse en el espejo en la penumbra de la medianoche, justo como el vendedor le habia especificado que no lo hiciera. Pero algo la llamaba, una voz susurrante que nunca la dejaba sola.

A medida que su reflejo se desvanecía en la oscuridad del espejo, Ana, entra en un mundo distorsionado dentro del espejo, donde se encuentra con El Reflejado, quien no enfoca su vista a ella pero el continuo susurro sigue aturdiéndola, las manos esqueléticas intentan tocarla, pero Ana es rápida y retrocede dentro del reflejo de su cuarto. Ahora habita en ese reino sombrío. Ella intenta regresar a su mundo, pero descubre que cada acción que realiza en el mundo distorsionado se refleja en su vida real a través del espejo en su casa.

Día tras día, la vida de Ana se volvía un espejismo, una copia demacrada de lo que una vez fue. El Reflejado se alimentaba de su desesperación y terror, condenándola a un bucle eterno de sufrimiento. La noticia de la desaparición de Ana se propagó lento, como una leyenda, pero nadie sospechaba que su reflejo aún caminaba entre ellos, lentamente y al revés del mundo real, sin poder tocar nada o estar ahi más allá del mundo que el espejo le provee. 

El tormento de Ana llego a su fin cuando El Reflejado la alcanzo, devorándola desde la cabeza a los pies, la sangre pronto se mancho en el mundo real. El caso de Ana fue tratado como un suicidio, y sin familiares se vendieron todas sus posesiones, incluido el espejo que fue comprado por una joven pareja de recien casados, de los cuales, tampoco se tiene conocimiento. 

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