Un aroma fuerte a lavanda envolvía el hogar de Cindy, un calmante natural en una casa color beige, se detuvo a mirar su reflejo en el espejo de cuerpo completo, un suspiro se escapo de entre sus labios, "Vamos otra vez". Se preparó con esmero para su primera cita con Alex. Había elegido un vestido bonito, de esos que estaban a la moda y realzaban su silueta, se había acomodado el cabello con cuidado en un listón coqueto. Aunque estaba emocionada por conocer a alguien nuevo, no podía evitar sentir un cosquilleo nervioso en el estómago. No era cualquier nerviosismo; cuando se ponía ansiosa, temerosa o alguna emoción lo suficientemente fuerte, su estomago se apretaba y vomitaba flores. No cualquier flor, si no, unos pétalos pegajosos con coágulos de sangre.
No se maquillo, no le dio tiempo.
El lugar elegido para la cita era un encantador café con luces suaves y música tranquila. Se quedo parada afuera del café, esperándolo sin saber muy bien que hacer. ¿Entro o lo espero afuera, y si entro debería pedir algo o esperar? ¿Qué le explico al mozo, y si me deja plantada, cuanto debería esperar?, pensaba con rapidez Cindy, saco su teléfono con las manos temblando y sin tiempo a escribir una voz la alerto. Alex llego, con su camisa y su corte recien hecho, saludo y la invito a pasar, se sentaron en una mesa, y ella trató de mantener la calma mientras compartían historias y risas. Sin embargo, cada vez que su nerviosismo se intensificaba, pequeñas flores de colores subían por su garganta. Con cada mirada indiscreta y sonrisa, Cindy se ahogaba.
Al principio, Alex no notó nada extraño. Pero conforme avanzaba la cita, Cindy se ponía cada vez más nerviosa por detalles aparentemente insignificantes, como si el color de su camisa no combinara perfectamente o si no hacía suficientes chistes ingeniosos, quizás rozo mucho o muy poco su mano mientras compartían el postre.
Cuando el primer pétalo salió de su boca, Alex la miró con sorpresa, un silencio se pozo en la mesa. Cindy sintió como un risco inmenso se abría entre los dos, pero al levantar su rostro la mirada tierna de Alex le detuvo el corazón. Aunque él trató de no demostrar su incomodidad y continuaron charlando, ella sostuvo una servilleta con mucha fuerza en su mano izquierda y limpiaba constantemente su boca, o tomaba un sorbo apresurado del segundo licuado de la tarde. Las flores, sin embargo, seguían apareciendo, una tras otra, en respuesta a los nervios de Cindy , no podía controlarlo y las piernas ya no le respondían, estaba al borde de una crisis.
Rápidamente, Cindy se disculpó tímidamente y confesó el motivo detrás de las flores, veía en los ojos de Alex a alguien de confianza, un hombre bueno. "Es algo que me pasa cuando me pongo nerviosa", le explicó, mirándolo con ansiedad. No hubo respuestas inmediatas, solo una vista de confusión y un intento por parte de él, de no darle importancia, aunque con esta confesión, ella se relajo un poco y las flores dejaron de salir.
Alex, aunque sorprendido, decidió no hacer un gran problema de ello. Pero a medida que la noche avanzaba, se dio cuenta de que las flores no eran lo único que lo hacía sentir incómodo. Las peculiaridades de Cindy , sus inseguridades y su ansiedad por las cosas más triviales comenzaron a afectar la conexión entre ellos, se sentía limitado, ahogado, ella no paraba de hablar o de mirarlo fijamente a los ojos, haciendo chistes improvisados que no tenían ni pie o cabeza, sinceramente lo estaba hartando todo esto.
Cindy |
"Una forma de dejar salir los malos pensamientos, supongo" Murmuró. Aunque la primera cita no fue un éxito, Cindy estaba muy orgullosa de ella misma, habia podida estar toda la cita sin vomitar ni un pétalo. ¡Un gran avance! Pensó que, solo era algo particular, un poco diferente. Estaba segura de encontrar a alguien que la amará si tuviera la oportunidad de relajarse, encontrar a esa persona que sea su "lugar seguro".
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